Verena Fuentes B.

Bióloga Marina UJTL, Esp. Estadística Aplicada Uninorte.

Gerente Acuacultivos El Guájaro

 

El tema sanitario cobra cada vez más importancia entre los productores acuícolas. El control de las patologías que afectan a la tilapia es un inamovible para garantizar el éxito en la producción. Indudablemente garantizar condiciones óptimas es el mejor preventivo para evitar enfermedades. Pero cuando la producción se intensifica, pueden presentarse eventos que se escapan del control del productor y cualquier fallo (energía, bombeo, errores de alimentación), desencadena estrés y finalmente conlleva a enfermedades.

En la tilapia las enfermedades de origen bacteriano han sido tradicionalmente las de mayor impacto económico: Streptococcus, Edwarsiella, Franciscella, Aeromonas y Vibrios son los patógenos más frecuentes. Pero en los últimos años la aparición del Virus de la Tilapia del Lago (TiLV), se sumó a los problemas sanitarios de los cultivos de Tilapia.

De estos patógenos, el de mayor incidencia en nuestro medio es el Streptococcus agalactiae, el cual se encuentra reportado en prácticamente todos los departamentos de Colombia. Los signos clínicos son nado errático, exoftalmia (“ojos brotados”), congestión de órganos, agrandamiento del bazo e hígado, zonas hemorrágicas sobre todo cerca a la aleta caudal. En los análisis en fresco el signo más evidente es el deterioro del cerebro, el cual hablando en términos coloquiales “se licua”. A nivel de histopatología se encuentran granulomas en bazo, cerebro, hígado y riñón.

 

 

El diagnóstico definitivo se puede hacer a través de una prueba de PCR, para lo cual basta con tomar porciones pequeñas de los órganos afectados y depositarlas en un tubo tipo Eppendorf, con una solución de RNAlater y enviarla a algunos de los laboratorios en el país que hacen ese tipo de análisis.

La solución RNAlater es un reactivo acuoso y no tóxico de almacenamiento de tejidos que penetra rápidamente en los tejidos para estabilizar y proteger el ARN celular.

 

En el caso del Streptococcus, la buena noticia es que en Colombia hay dos vacunas aprobadas para el control de este, las cuales han cambiado las cifras de mortalidad de los productores desde que se comenzaron a utilizar.

La vacunación se hace por inyección intraperitoneal el cual es el método más efectivo de inmunizar peces. Es una labor de cuidado y hasta la fecha, con un uso importante de mano de obra.

Implica un esfuerzo económico y logístico grande, pero largamente justificado por su potencial preventivo y correctivo y porque a diferencia de los tratamientos con antibióticos no impacta negativamente el ambiente ni propician la resistencia de los patógenos a los tratamientos.

En una empresa como Acuaguajaro, vacunamos entre 1-1,5 millones de juveniles por mes.

La vacunación es una herramienta efectiva para el control de enfermedades en personas y animales. El desarrollo de producciones pecuarias exitosas (ganadería, avicultura, porcicultura) alcanzó los niveles actuales cuando las principales enfermedades que afectaban a estos especímenes se controlaron a través de la vacunación.

Por eso resulta sorprendente la renuencia de algunos productores a vacunar. Hay indudablemente un componente económico en la decisión de no vacunar y son comunes argumentos tales como “no necesito vacunar porque no tengo la enfermedad”. No esperamos a que haya un brote de poliomielitis o paperas para decidir qué vamos a vacunar a nuestros hijos. Lo que hacemos es vacunarlos a la edad recomendada para que esas enfermedades no lleguen a nuestro hogar. Debe ser igual con los peces. Si se trabaja con aguas superficiales, aún implantando rigurosas medidas de bioseguridad, en cualquier momento se puede presentar un brote de estreptococo.

Todos los productores piscícolas deberían informarse a fondo acerca de esta opción y sopesar los costos y el beneficio para tomar la mejor decisión.

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